Grecia y Chipre pretenden convertirse en el nexo energético de Europa

La geografía del aprovisionamiento energético ha dado un vuelco en los últimos años por los descubrimientos de hidrocarburos en la cuenca de Levante mediterráneo, lo que quieren aprovechar Grecia y Chipre para convertirse en el nexo de transmisión del gas a Europa.
“La situación geopolítica de Chipre y Grecia es crucial (…) y puede jugar un papel fundamental para la seguridad energética de Europa”, proclamó el primer ministro heleno, Andonis Samarás, durante el Fórum de la Energía de Atenas, clausurado en Atenas.
Hace unos años, todas las esperanzas de la Unión Europea para desligarse de su dependencia del gas ruso estaban puestas en el gasoducto Nabucco (Turquía-Bulgaria-Rumanía-Hungría-Austria), que hubiese servido para importar energía desde el Cáucaso y Asia Central sin pasar por Rusia.
Pero la rápida respuesta de Moscú, que firmó con Alemania el gasoducto Nordstream y con otros países de la cuenca del Mar Negro el South Stream, hizo económicamente inviable el primer plan de gasoducto paneuropeo y ha llevado a crear una versión más reducida del mismo, el Nabucco West.
Pero además ha surgido un proyecto en competencia: el gasoducto TAP (Italia-Albania-Grecia), que tendría una capacidad de 10.000 millones de metros cúbicos (mmc) y que podría enlazar con la red de tuberías de Turquía que ya reciben gas de Azerbaiyán.
Las autoridades azeríes y el consorcio de explotación del campo gasístico Shah Deniz II deberán decidir en junio de este año si eligen el TAP o el Nabucco West.
“Parece que Nabucco West tiene unas posibilidades ligeramente mayores y gusta más a las autoridades azeríes porque penetra más en el interior de Europa”, dijo en el foro el exembajador de EEUU en Bakú, Matthew Bryza, aunque Atenas defiende que TAP es más barato.
Otra de las bazas helenas es el hallazgo de gas en las aguas de Chipre e Israel y la búsqueda griega de gas en aguas del Mar Jónico y el Mar de Creta, donde, según el ex viceministro de Energía Yannis Maniatis, hay “evidencia de prometedoras reservas”.
En el pozo Afrodita (Chipre) ya se ha probado la existencia de cerca de 200.000 mmc de gas, pero según las estimaciones del director del servicio energético del Ministerio de Industria chipriota, Solo Kassinis, en toda esa cuenca habría 3,5 billones de metros cúbicos -la mitad de ellos bajo control de Chipre-, suficiente para cubrir las necesidades de la UE durante siete años.
“Nosotros tenemos gas para cubrir nuestras necesidades durante 150 años”, aseguró el embajador israelí, Arye Mekel, aunque reconoció que aún no se ha decidido si lo dedicarán a exportación, ya que Tel Aviv está planteándose reducir el uso del petróleo en un 60 % en 2025 sustituyéndolo por derivados del gas.
“Si lo exportamos, el destino más natural sería Europa y estaríamos muy felices de convertir a Grecia en un nexo energético. Creemos que la energía puede convertir a Grecia, Chipre e Israel en potencias regionales”, afirmó.
Estos tres países están evaluando la posibilidad de tender un gasoducto submarino o bien de construir una planta de licuación de gas natural (LNG) en Chipre, desde donde sería transportado en barco, algo que también deja en buena posición a los aliados griegos, que controlan la mayor flota mercante del mundo.
Para Hugh Pope, investigador del International Crisis Group, estas dos posibilidades deberían desecharse, ya que costarían entre 10.000 y 20.000 millones de euros -el PIB chipriota es de 18.000 millones de euros-, mientras que tender un gasoducto de Chipre a Turquía, “costaría cinco a diez veces menos y sería más rápido”.
Pero Chipre mantiene un conflicto con Turquía desde 1974 y no quiere ni oír hablar de esta posibilidad, según dejó claro en el Forum de Atenas.
Según Pope, “la única forma de hacer rentable el gas de Chipre” es que este país y Grecia solucionen sus diferencias con Turquía, dado que, además, Atenas y Ankara mantienen un conflicto sobre la delimitación de sus aguas territoriales y sobre dónde cada país puede hacer prospecciones.
Grecia también necesita a Turquía si quiere conseguir transportar el gas de Azerbaiyán a Europa puesto que turcos y azeríes siempre han sido aliados.
Pero, aparte de las tradicionales enemistades y discusiones bizantinas de estas tierras, la UE se ha lanzado una piedra en su propio tejado.
Dentro de las medidas de austeridad, Bruselas ha ordenado a Grecia la privatización de sus empresas públicas de gas.
Casualmente, las mejores ofertas están llegando de Rusia, algo que según el experto Anthony Livanios podría suponer un “obstáculo” a la diversificación energética de la UE.
Resulta razonable pensar que empresas rusas se nieguen a colaborar en un proyecto destinado a reducir el poder geopolítico que tiene Moscú por controlar la distribución de gas a Europa.
Tecnoil