España garantizaría gas a Europa si Rusia cierra el grifo

Por Javier González Navarro.- Cuanto más tensa la cuerda el presidente ruso Vladímir Putin en el conflicto del gas y Ucrania, más dirigentes europeos miran hacia España. Y es que nuestro país tiene una destacada posición estratégica en el mercado gasista mundial, lo que la convierte en la mejor puerta de entrada de gas para Europa y en alternativa a los suministros de Rusia.
El gas se puede transportar a través de gasoductos o en barcos y España es el país europeo con las mejores infraestructuras de suministro, ya que cuenta con dos importantes gasoductos que conectan la península con Argelia (el del Magreb y el Medgaz) y siete plantas de regasificación (instalaciones donde descargan y cargan el gas los buques metaneros).
Si se produjera un corte (parcial o total) del suministro de gas de Rusia a Ucrania, ocasionaría de rebote graves problemas a países como Alemania, Suecia, Finlandia, República Checa, etc…, que importan elevadas cantidades de gas ruso, que aporta el 30% del total de la demanda europea. En esa situación, España podría compensar plenamente ese déficit energético a través, básicamente, de las regasificadoras. Es decir, dando salida (por medio de buques) al gas existente en el sistema nacional con destino a otras plantas situadas, por ejemplo, en Francia (Montoir de Bretaña, Fos Tonkin y Fos Cavaou), Bélgica (Zeebrugge), Holanda (Rotterdam), Grecia (Revithoussa) y Turquía (Marmara Ereglisi).
España también podría suministrar gas a Europa a través de las dos interconexiones por gasoducto con Francia, pero son de pequeña capacidad. De hecho, se puede decir que solo sería operativo el de Larrau (Navarra), que tiene una capacidad de 5,2 bcm (millones de metros cúbicos). Para hacerse una idea de lo insuficiente que es esta conexión, cabe recordar que el gasoducto del Magreb tiene una capacidad de 12 bcm, y el de Medgaz (Orán-Almería), de 8 bcm.
Precisamente, este cuello de botella que suponen las interconexiones energéticas de España con Europa, tanto en gas como en electricidad, fue denunciado de nuevo por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la reciente cumbre de Bruselas del pasado 21 de marzo.
Proyecto Midcat
Por eso, el Ejecutivo español está tratando por todos los medios de que la UE dé prioridad al proyecto del nuevo gasoducto por Cataluña, denominado Midcat, que ya cuenta con la etiqueta de «infraestructura de interés comunitario». Con una capacidad prevista de 7 bcm, este gasoducto es la pieza que falta para conectar directamente los yacimientos argelinos de Hassi R’mel con el corazón de Europa a través de la red gasista española que discurre por la costa mediterránea.
El presidente de Gas Natural Fenosa, Salvador Gabarró, afirmó el pasado viernes que «la crisis de Ucrania ha abierto una oportunidad para España y ser la puerta del gas para Europa», porque tiene gasoductos y plantas de regasificación que no funcionan todavía a plena capacidad. «Tenemos la infraestructura suficiente, solo falta unir España y Francia con más gasoductos. El único que siempre ha puesto pegas es Francia». También celebró que la UE haya dado el visto bueno al gasoducto Midcat y auguró que «en el corto plazo se va a resolver este proyecto porque Europa necesita recibir gas de varios sitios y reducir la dependencia de Rusia».
Pero mientras se construye este gasoducto, que podría entrar en funcionamiento en 2017, las que están totalmente operativas son las regasificadoras. Es más, acogerían con «los brazos abiertos» el atraque de más metaneros, ya que durante el año pasado su índice de funcionamiento fue de solo el 20%. Incluso, una de las siete plantas, la del Musel (Gijón), la última en construirse, está hibernada por la fuerte caída de la demanda. Esta se ha producido por, a su vez, la mínima utilización de las centrales de ciclo combinado de gas para generar electricidad (funcionan al 13% de su capacidad).
Más ingresos para el sistema
Además, cuanto más gas se mueva por las regasificadoras y los gasoductos españoles más ingresos tendrá el sistema gasista nacional a través de Enagás, el gestor técnico del mismo.
De hecho, las regasificadoras han encontrado otra utilidad que hasta hace pocos años era casi impensable, y es la recarga de buques. El año pasado, descargaron 223 metaneros en las plantas españolas y además realizaron 52 recargas, lo que supone el 51% del total de estas operaciones realizadas en el mundo, según los datos de Enagás. El destino de este gas fue Asia (fundamentalmente Japón y Corea del Sur), Brasil e Italia.
Por otra parte, estas instalaciones son las que también están mejor situadas para recibir a corto plazo las anunciadas exportaciones de gas de esquisto (está impregnado en las rocas y su extracción se realiza mediante el polémico sistema de «fracking» o fractura) procedente de Estados Unidos. Hace una semana, Stephen D. Eule, miembro de la Cámara de Comercio de EE.UU., declaraba a ABC que «España puede liderar la entrada del gas de esquisto en Europa». Los primeros buques llegarán en poco más de un año procedentes de Sabine Pass (Lusiana). Tanto Gas Natural Fenosa como Endesa han firmado ya sendos contratos con la norteamericana Cheniere para recibir a partir de 2016 y de 2018, respectivamente, gas de la mencionada planta y de la de Corpus Christi, en construcción, situada también en el golfo de México.
ABC