Pensando otra energía desde América Latina

 

Introducción del Libro “Soberanía Energética”

 

¿Por qué es importante discutir la energía hoy?, ¿de qué manera se cruzan los tarifazos y los cortes de luz con el fracking y las hidroeléctricas?, ¿hay una crisis en el sistema energético?, ¿por qué?. ¿Existe una propuesta genuina y propia desde los movimientos populares ante este modelo impuesto?, ¿hay alternativas?. Estas preguntas nos han recorrido en la medida que hemos ido transitando la discusión sobre el problema energético y modelo productivo en Latinoamérica. Funcionan también como el puntapié inicial con el que invitamos a escribir en este libro a diversos sectores que han abordado este tema de manera seria y sistemática. La propuesta no era necesariamente responder preguntas tan abiertas, pero sí reunir algunas líneas argumentales que permitan encarar el desafío de dar una propuesta alternativa a la crisis energética.

En el marco del panorama oscuro de esa crisis, la buena noticia es que el debate sobre la energía atravesó la discusión pública argentina en la década de 2010. Vaca Muerta, la importación de gas, la renacionalización parcial de YPF, el desembarco de Chevron y el fracking, los cortes de servicios, las centrales hidroeléctricas en Santa Cruz o los tarifazos, son algunos de los hitos que tomaron la agenda pública del país, dándole a la energía un lugar relevante. De este modo emergieron, aún en condiciones de disparidad, luchas que lograron instalar elementos que antes no aparecían, como los impactos sociales y ambientales de la extracción de hidrocarburos y la generación de energía; la orientación pública de la política energética; o los ganadores y perdedores en términos económicos y simbólicos.

Revisando los últimos ciclos de gobierno, más allá de las continuidades y cambios de las políticas energéticas, interesa remarcar la importancia que toma el sector para la definición del conjunto de las políticas económicas de las distintas administraciones. Esto nos parece relevante porque creemos que el debate sobre la energía no debe entenderse como un debate sectorial. Las formas de extracción/producción, generación, distribución y consumo de energía son la base del modelo de desarrollo y acumulación de un país. La orientación que tenga el sistema energético habla de los objetivos que persigue el modelo económico, entonces este debate es profundamente político y sus alcances pueden llegar a cuestionar las bases mismas del modelo.

La actual crisis energética se da en un contexto continental y global específico: una crisis civilizatoria que no es solo económica, sino también energética, alimentaria y climática; y la imposición de una nueva división internacional del trabajo, que a pesar de sus tensiones sostiene un esquema colonial de alta desigualdad, y mantiene a Latinoamérica en un rol de generador de materias primas para el mercado mundial, con bajo o directamente nulo valor agregado. Por esto la perspectiva socioambiental y la discusión sobre los tipos de fuentes energéticas son de vital importancia, porque atacan al aspecto más urgente de esta crisis de carácter civilizatorio: el cambio climático. Otra tendencia que se puede identificar, es que en la historia reciente de Argentina, cada vez que se ha tenido que sustentar una política pública de alto impacto, esta ha estado orientada a maximizar la extracción de hidrocarburos. Identificamos entonces un consenso fósil entre los sectores de poder sustentado por sus pilares: gobierno nacional, provincias petroleras, compañías (de capital nacional y extranjero), y sindicatos. Este consenso (asimétrico desde ya, donde el poder de las empresas es desproporcionadamente mayor) si bien está centrado en el beneficio económico que tiene para las partes, es multidimensional: se mantiene debido a un aceitado sistema de favores, corrupción, facilidades técnicas, de infraestructura, entre otros. De acá se deriva no solo la extrema dependencia energética de los hidrocarburos, que antes señalamos, sino también cómo las distintas conducciones políticas nos han maniatado a una estructura de poder donde pocos jugadores tienen el control. El sistema energético está orientado para la ganancia de unas pocas empresas petroleras, eléctricas y transportadoras, dejando traslucir el problema de las relaciones sociales detrás y dentro del modelo energético. La lucha por modificar estas relaciones sociales, entonces, es una disputa eminentemente anticapitalista y ataca uno de los pilares de este sistema.

En ese marco es que consideramos urgente y necesario promover voces críticas dentro del debate público de la energía, siendo la presente publicación es un hito más en el proceso de construcción de una inteligencia común en torno a este problema. Resulta particularmente interesante que esta respuesta emerja desde el campo popular, en la búsqueda de una alternativa desde los pueblos ante la cuestión de la energía. Es por esto que las personas que fueron convocadas a publicar en este libro, no solo cuentan con la condición de ser investigadores/as en sus respectivas áreas, sino que desde sus militancias también intervienen de múltiples maneras en el debate energético y político. Esta apuesta colectiva busca la consolidación de una inteligencia común que dé un abordaje complejo e irradie en el fortalecimiento de una fuerza social y política que discuta la energía por fuera de los marcos discursivos impuestos por el discurso colonial del poder. Así, la militancia sindical, partidaria, indígena, socioambiental, ecologista, la investigación académica, la difusión científica, dan lugar a un sitio de enunciación que toma diversas perspectivas con el objetivo claro de decantar en un discurso popular sobre la energía.

Un foro popular de la energía

El presente libro funciona, entonces, como un foro, donde se reúnen algunas tendencias y análisis. En primer lugar aparece como elemento común, el diagnóstico de que Argentina vive una severa crisis energética, que implica una enorme fuga de divisas cada año por la importación, particularmente de gas natural licuado, y que tiene su síntoma más claro en los diversos aumentos y recortes de servicios que se repiten tanto para el sector residencial como para la industrial. Ahora bien, este diagnóstico podría incluso ser transversal a todos los grupos políticos. Hoy no hay en la Argentina un sector que niegue esta condición crítica de nuestro sistema energético. Las diferencias pasan fundamentalmente por cuáles son los orígenes y responsabilidades de esta crisis y de qué manera y por quién puede ser abordada, revertida.

En segundo lugar aparece la exagerada presencia de hidrocarburos en la matriz primaria, en particular de gas, que contrasta con la situación de otros países de características similares, como los del Cono Sur, aún considerando las condiciones propias que la naturaleza e historia le han dado a cada sistema energético. Otro elemento común es la ausencia de una política de Estado de diversificación de la matriz cuyo resultado más palpable es el insuficiente desarrollo de energías renovables no convencionales, como la solar y eólica. Vinculado con esto, existe una crítica a la incapacidad de los distintos gobiernos de resolver el problema energético agravado por la política de desregulación, privatización y saqueo impulsada en la década menemista (1989-1999).

Esto es abordado en La matriz de la dependencia, el primer apartado del libro. Los principales elementos críticos del sistema energético están sintetizados por Luján Rodríguez y Federico Bertalot en el artículo La situación energética argentina: herramientas para el debate en las organizaciones populares; mientras que Diego Pérez Roig da una visión más general de la relación entre el desarrollo del capital y la necesidad de utilizar combustibles fósiles para la reproducción de este en Una mirada acerca de la apropiación de recursos energéticos en el capitalismo

A partir de ese capítulo, el apartado busca realizar un análisis crítico de las principales fuentes primarias de energía del país con los artículos La política hidrocarburífera en la Argentina No Convencional, de nuestra autoría; Agroenergía en Argentina: una discusión sobre la renovabilidad y el despojo de Virginia Toledo López; Energía nuclear: una historia de engaños, ocultamiento y abandono de Silvana Buján; e Hidroelectricidad en la Argentina de Elisangela Soldatelli Paim.

La caracterización de cada una de estas fuentes permite adentrarse en una revisión histórica de las políticas sectoriales, además de poder dimensionar su importancia en la matriz y sus impactos a nivel socioambiental. Este último punto es de vital importancia a lo largo del libro: en los diversos artículos una parte importante del análisis tiene que ver con la sostenibilidad social y ambiental de cada fuente energética, entendiendo que su impacto debe ser una variable para la aplicación o no de políticas públicas energéticas. Consideramos que esta perspectiva crece en los espacios del debate público y creemos que este tipo de abordajes aportan a dicho proceso.

Pongamos, por caso, la agroenergía, uno de los temas abordados en este apartado que da apertura al libro. Su desarrollo ha permitido hacer crecer aún más la frontera del agronegocio, a través de un movimiento típico del capital en su fase actual, que desarraiga el sentido de la alimentación y resulta en despojo territorial. Pero la frontera que cruzan los agrocombustibles no se da solo en un sentido físico, sino que también avanza sobre otros sectores energéticos: la mercantilización de los alimentos devino en un negocio que también se hizo rentable en el sector energético, acompañado de un discurso que intentaba instalar a los “biocombustibles” como una alternativa verde frente a la barbarie petrolera.

Ante ese marco de crisis, la pregunta que suele aparecer es ¿por dónde se sale? Dicho desafío no debiera encararse ni desde una respuesta personal ni desde un sentido puramente académico o técnico. El desafío que el momento crítico de la energía nos plantea es poder caminar al mismo tiempo el sendero de la construcción de una propuesta alternativa, junto a un cuerpo político que permita implementar la misma transformación del modelo energético.

En ese sendero se encuentra el segundo apartado del libro, Apuestas por la Soberanía Energética, con los artículos: Hacia la transición energética: soberanía y diversificación de Gustavo Lahoud; De qué hablamos cuando hablamos de Soberanía Energética de Joaquín Turco; Protagonismo popular: una historia soberana derrotada por el despojo de Gabriel Martínez; y Transición energética, ¿hacia donde?, de Pablo Bertinat. Los cuatro autores, además de ser trabajadores del sector, tienen una larga trayectoria de trabajo dentro del mundo sindical, por lo que sus aportes resultan clave para pensar en la transformación del modelo energético.

Disputar la política a través de la energía

Antes hablábamos del sitio de enunciación del conjunto de las personas que escriben en este libro. Nos parece importante también señalar el nuestro, como Observatorio Petrolero Sur, en tanto editores y compiladores del mismo. Su publicación nos encuentra en nuestro décimo aniversario como organización. Una década en la que si bien siempre tuvimos una perspectiva sistémica del problema de la energía, vivimos un proceso que caminó desde el abordaje de la industria hidrocarburífera y sus impactos, a la política energética en términos más amplios.

En ese transitar, cuando pensamos en Soberanía Energética, tratamos de dar contenido a un concepto que en rigor no existe en la Argentina, que es que la producción/extracción, distribución y consumo de la energía esté controlada por los pueblos. Va más allá de la sola utilización de fuentes que se encuentren en el país (o que estas solo sean “limpias”) sino que tiene que ver con el control efectivo de estas fuentes y su generación para permitir un consumo centrado en la mejora de la calidad de vida de las mayorías y no en las demandas de grupos concentrados de poder. Con esto discutimos con otros tipos de nociones como la seguridad energética o soberanía hidrocarburífera, que fijan su atención solo en la disponibilidad o en el control de fuentes nacionales.

¿Por qué utilizamos el concepto soberanía? Porque la entendemos como un derecho colectivo que se disputa en la política y que reside en los pueblos. Nos parece que conceptualmente permite dialogar con una diversidad de sectores además de con un proceso con el que quisiéramos espejarnos, como es la Soberanía Alimentaria. Esto no significa que desechemos la utilización de otros conceptos como Energía para el Buen Vivir, Democracia Energética, Energía para el Küme Mongen, entre otros, porque no tenemos una propuesta conceptual cerrada: creemos que está en construcción y que debe ser situada.

Del mismo modo, consideramos que solo la transformación radical de la sociedad y sus formas de producción, distribución, generación y consumo de energía, así como el modelo de desarrollo que la sustenta y las condiciones de explotación de la naturaleza y las personas, permitirá salir de esta crisis energética constante. La Soberanía Energética, entonces, será la que construya las bases de la desmercantilización de la materia prima del capital, en la búsqueda de la mejora de las condiciones de vida de los pueblos.

El horizonte de ese camino es la construcción de un nuevo sistema social, puede ser conceptualizado dentro del Ecosocialismo, que dispute de manera directa con los intentos de lavados de cara que promueven la batería de herramientas del “capitalismo verde”, al mismo tiempo que le da sustentabilidad y futuro a nuestra especie y a los ecosistemas de los que somos parte o debemos preservar. Finalmente consideramos que este proceso es imposible sin el control de los medios de producción por parte de los pueblos, por esto, el énfasis de este trabajo está en las modificaciones sistémicas y no en eventuales experiencias aisladas de generación de energías alternativas, por valorables que estas sean.

En medio de ese camino y situada hacia ese horizonte está la presente publicación. Emerge casi de manera natural ante la necesidad urgente de sistematizar debates y robustecer el discurso por la Soberanía Energética. A nivel editorial sabemos que es un primer esfuerzo, que seguramente será corregido, complementado y superado en el futuro. Pero encuentra su valor en la medida que demuestra que existe una alternativa popular ante la crisis energética. Que está construido sobre un corpus de pensamiento popular de la energía, que debate, disputa ante el consenso vigente. Y que este, es un discurso lámpara, porque busca traer otras luces sobre la oscuridad del discurso colonial del poder. Porque busca iluminar lo que está, no oculto, sino ocultado. Y ese haz de luz lo que viene a decir es que hay alternativas.

 

Observatorio Petrolero Sur