Transición energética: el mundo que queremos después de la pandemia

El precio del crudo en Estados Unidos se desplomó este lunes como nunca antes y alcanzó un valor negativo. Esta baja pone de relieve las crisis que conviven en el contexto de la pandemia. Una es la energética y se puede traducir en el planteo urgente de este webinar: hay que aplanar la curva de la emisión de gases de efecto invernadero. Un cambio de paradigma en este sentido implicaría entender a la energía como un derecho y a su gestión como un bien público. Propuestas para una transición imprescindible.

Por: OPSur / Foto: Martín Álvarez Mullally

Así lo planteó el webinar que convocó el Observatorio Petrolero Sur con el Grupo Latinoamericano Energía y Equidad y con la colaboración de AIDA. Además, participaron Tatiana Roa Avendaño, integrante de CENSAT Agua Viva de Colombia; Pablo Bertinat de Taller Ecologista en Argentina y Luis González Reyes de Ecologistas en Acción en España.

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En el encuentro se informaron los contextos de cada región en medio de la pandemia que avanza en todo el mundo y se definieron propuestas de salida a la crisis una vez superado el COVID-19: cómo avanzar hacia el mundo que queremos, con un modelo energético justo y democrático. Para González Reyes, “estamos viviendo un colapso en el que el orden anterior, la normalidad, se van perdiendo. Esto va a durar décadas, vamos entrando en otros órdenes sociales”. El activista sostuvo que es necesario entender que la pandemia está vinculada al modelo agroindustrial que destruye ecosistemas y que esta situación se intensificó en las últimas décadas. González Reyes se refirió, también, a realidades concretas que reflejan la dimensión de la crisis: “Entramos en un tiempo de triaje, en el que médicos y médicas tienen que elegir a quién salvar y optar por la salida menos mala. Debemos garantizar servicios y calidad de vida mínima para las personas. Esto implicará una destrucción muy importante de empleos, en España calculamos una pérdida de 2 millones de empleos”, advirtió. La otra opción, para el activista, es retomar el mismo ritmo de crecimiento que se sostuvo hasta ahora, que es nocivo en distintos aspectos: “Retomar el crecimiento con el uso masivo de combustibles fósiles implica intensificar el cambio climático que producirá cientos de miles de muertos. La opción que están tomando los Bolsonaro, los Trump y muchas de las opciones en Europa, nos lleva a un desastre muchísimo mayor en términos sociales”, definió. 

Siguió Tatiana Roa Avendaño, integrante de CESAT Agua Viva, y contó que la pandemia llegó a Colombia en un contexto de articulación de muchas luchas: antimineras, por los ríos, por la política alimentaria, contra el extractivismo. “Aquí ganó fuerza la idea de la democracia ambiental -explicó-. Se busca promover la autonomía energética y que la gente asuma el control de la energía. Se involucran trabajadores del sector eléctrico, del carbón y se dan algunas tensiones entre trabajo, ambiente, agua, minería. Desde CENSAT Agua Viva buscamos superar esas tensiones con soberanía energética y con el proceso de transición energética”, definió Roa Avendaño. Planteó, sin embargo, un reparo: “El modelo de energías renovables puede estar ligado a procesos de desplazamiento de comunidades indígenas, entonces hay que pensar qué tipo de transición queremos. Pensamos una transición que implique cambios culturales en las sociedades, que abarque un cambio en la alimentación, en el poder sobre los territorios, en la justicia hídrica”.

Por último, intervino Pablo Bertinat, que integra la organización Taller Ecologista en Argentina. “La discusión energética es previa a la pandemia y corre serio riesgo de ser banalizada porque la encaramos los ecologistas pero también las empresas, las corporaciones que piensan un “capitalismo verde”. La pandemia nos encuentra en América Latina con un sistema de combustibles fósiles privatizado, dirigido por supuestos especialistas con muy poca participación ciudadana”, caracterizó sobre el sistema energético actual. Bertinat consideró que la salida de la pandemia nos encontrará con un incremento importante de la pobreza energética en nuestro territorio y destacó que “las experiencias de comunidades cooperativas, de autonomía y autogestión nos están marcando el camino. Las que puedan delinear sus condiciones respecto del devenir energética serán las que mejor salgan de la crisis”. En este sentido, insistió en apoyar a esas comunidades en resistencia y aseguró que recibirán mucha presión si luego de la crisis se retoma el crecimiento en los mismos niveles sostenidos hasta ahora.

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